Andrew Wakefield y su secta

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Realmente aprecio la invitación de Terri y Ed Arranga para que yo participara en la conferencia de AutismOne 2014. Sé que ellos están convencidos plenamente del papel que juegan las vacunas en el autismo; un punto de vista que yo no comparto. Es bien conocido por todos en el comité organizador que yo fui un testigo para el gobierno en las Actas Omnibus para la Seguridad de las Vacunas. A pesar de esto los Arranga han tratado de fomentar un diálogo abierto llamando a todas las partes a que participen en el debate. En este sentido mi intención al asistir a AutismOne era la de tratar de introducir datos cientificos, semillas para el pensamiento crítico, una persona a la vez.

Este año tuve la oportunidad de hablar en el aula principal, adjunto a la presentación plenaria del famoso o infame Andrew Wakelfield. El señor Wakefield tuvo más de mil personas en asistencia mientras que yo tuve unas 30 (una participación que yo llamo un éxito). Mi participación se redujo rápidamente a unas 20 después de unas palabras escogidas sobre el señor Wakefield y algunas de las terapias anuciadas en distintos puestos dentro del congreso.

Puede sorprenderles el saber que extrañe el no haber podido asistir a la conferencia del Sr. Wakefield. Es una experiencia surrealista ver a la audiencia en un trance y darme cuenta de que el éxito del señor Wakefield, y su supervivencia hasta el momento, ha dependido de lo que creo que es una secta o el resultado de una ilusión de las masas.

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Andrew Wakefield es una anomalía persistente en el mundo del autismo. Como he dicho anteriormente, el oírle evoca una sensacion surrealistas en donde los seguidores voluntariamente suspenden su pensamiento crítico. Digo esto porque su posición no es científica, al menos en la forma en que el la formula. Sus seguidores tienen que creer en él por fe, ya que para ellos lo que el dice es dogma.

Después de haber sido empleado por abogados que llevaban un caso contra productos farmacéuticos (vacunas) el señor Wakefield también recibió a sus clientes como pacientes. Estos paceintes formaron la serie que el siguientemente reporto en la literatura medica. Sólo para decir que la serie de pacientes en el articulo publicado por The Lancet fue en este sentido sesgada. El British Medical Journal describió a Wakefield como el perpetrador de un fraude elaborado. El conflicto atroz de interés pudiera haber inculcado fácilmente en él la creencia a priori de que las vacunas eran la causa del autismo. Es fácil imaginar cómo este conflicto de interés sugiere que el trabajó en el diseño de la investigación a manera de obtener los resultados deseados; lo que en lógica se llama razonamiento motivado. Por desgracia, este enorme conflicto de interés se descubrio por personas que investigaron las acciones del Sr. Wakefield mucho tiempo luego de que su articulo fuera publicado. La confesión del Sr. Wakefield después de los hechos hace evidente la falta de transparencia en su publicación original. Al final, su estudio fue retirado por la mayoría de sus co-autores y la revista de publicación, es decir, The Lancet.

El Sr. Wakefield ahora pontifica acerca de campos de la medicina (por ejemplo, el autismo y las vacunas) que no están en su área de especialización. En sus libros se defiende compulsivamente repitiendo minucias que, ciertas o no, no alteran las principales fallas en su investigación. Sin embargo, las tácticas que el ha empleado a propósito de crear confusion han sido aceptadas por muchos de sus seguidores. Sus estudios, charlas y arengas públicas, todas impenitentes, son responsables de la caída en la prevalencia de vacunizacion y por el aumento en la prevalencia del sarampión en diversos países (véase, por ejemplo http://www.dailymail.co.uk/health/article-12258/UK-faces-measles -epidemic.html). De hecho, el principal resultado de su publicación ha sido la erosión de la confianza, seguridad y estabilidad pública.

El sarampión es ahora un grave problema, debido en parte, al Sr. Andrew Wakefield. Uno de los principales problemas es que muchos bebés son demasiado jóvenes para recibir la vacuna y algunos adultos sufren de algún tipo de inmunodeficiencia que evita la vacunación. El viajar a un país donde el sarampión es endémico puede resultar ser catastrófico para estas personas y las personas que ellos se pongan en contacto. No es de extrañar que muchas personas han llamado a que se impongan cargos penales en contra del señor Wakefield.

El ego gigantesco del Sr. Wakefield le ha impedido aprender de sus propios errores; en este sentido es un hombre controlado por sus propios prejuicios. Ahora promueve explicaciones sobre cómo el virus del sarampión pudiera moverse de forma retrógrada desde el tracto gastrointestinal al sistema nervioso central a través de los nervios periféricos, pero que yo sepa, no se ha diseñado ningún experimento para probar este hecho. Su ciencia se basa en comunicados de prensa y la publicación de libros dirigidos al laico. Descarta de manera casual (y hasta puede parecer hostil) a los estudios de investigación que ofrecen algún tipo de oposición a sus resultados. El ha prioritiza a su ego antes que al pensamiento crítico. Él tiene poco conocimiento de su propio maquillaje emocional y sesgo cognitivos. En este respecto el Sr. Wakefield es realmente el niño del cartel para cualquier tipo de ciencia desastrosa. Sin embargo, los seguidores han caído por las creencias de Wakefield alentados por un movimiento que se pudiera equipara a una secta religiosa.

Algunos de sus antiguos colegas académicos creen que el señor Wakefield tenía la expectativa prematura de ir tras un Premio Nobel, que el tenía la necesidad de deslumbrar a la comunidad académica con su supuesta brillantez. Contrario a esta expectativa, el cúmulo de trabajo académico que el ha informado se está llamando a cuestionar. Cuando se le da la oportunidad de responder a cargos en su contra el principal argumento que el ha construido ha sido una de teorías de conspiración.

Si usted cree en el señor Wakefield, entonces también tiene que creer que hay una gran conspiración por muchas personas, instituciones y varios gobiernos que han actuando deshonestamente y en asociación durante muchos años. Los conspiradores, inmensamente poderosos, son lo suficientemente inteligentes como para haberse posicionado como supervisores de nuestras políticas de salud, pero, evidentemente, también son estúpidos y lo suficientemente descuidado como para haber tenido su vil complot descubierto por el brillante señor Wakefield.

Evidentemente hay personas, como el señor Wakefield, que creen que pueden ver la gran conspiración y de que por su determinación de mantenerse firme en su convicción ellos pueden salvar al mundo; de lo contrario todos los demás están mal informados, víctimas tontas del establecimiento. Esta manera de pensar es un trastorno delirante paranoide, que por desgracia es demasiado común. De hecho, delirios paranoides son frecuentes entre las personas que creen que han perdido el control de sus vidas.

En «The Cocktail Party», una obra de TS Elliot, el siguiente diálogo transcurre entre paciente y psiquiatra: «Debo decirle que a mi realmente me gustaría pensar que hay algo malo en mí. Porque, si no lo hay, entonces hay algo mal con el mundo mismo, y eso es mucho más aterrador! Eso sería terrible. Así que prefiero que haya algo malo en mí, que se pudiera corregir». El Sr. Wakefield en este sentido ofrece la posibilidad de que las cosas se puedan resolver para personas que han perdido control del mismo, que sienten que no pueden ayudar a sus hijos y que han agotado sus recursos economicos. Es fácil el descansar su confianza en los laureles de una sola persona, que promete la posibilidad de un cambio inmediato, en lugar de las autoridades científicas que urgen precaución y el progreso en «pequeños pasos» en la investigación.

Desafortunadamente los delirios paranoicos del movimiento anti-vacunacion forma un sistema de creencias cerrado; uno que no puede ser refutado a pesar de la evidencia disponible. En efecto, cualquier elemento que pudiera refutar sus creencias de inmediato las hacemos parte de la conspiración o son despedidas como el resultado de experimentos defectuosos. Invariantemente no aplican el mismo escepticismo a sus propios estudios. Por lo tanto, el pensamiento delirante está destinado a satisfacer muchas de sus necesidades más personales. Por otra parte, para los participantes de este movimiento de culto, la sensación de que se está en posesión de esta información importante aumenta su ego. De hecho, es una perspectiva muy enriquecedora para las personas que han perdido el control de sus vidas.

Sr. Wakefield carece humildad; más bien él puede ser caracterizado como arrogante. El no ha sido prudente y nunca parece ceder ante la gran cantidad de literatura que se ha acumulado en su contra. El fomenta la pátina de ciencia legítima, pero sus argumentos carecen de peso y del respaldo de la evidencia científica. Su fracaso ha ido mucho más allá de haber cometido algunos errores. De hecho, los científicos cometen errores todo el tiempo, pero no el señor Wakefield. Al final del día, es el momento de observar los datos de forma objetiva. El Sr. Wakefield es en la actualidad un gurú muy carismático, no un científico. La teoría de MMR del Sr. Wakefield disfruta de la misma credibilidad que los rayos N, la fusión fría y abducciones alienígenas. Afortunadamente, la gran mayoría de las personas se han dado cuenta de este hecho.

2 Respuestas a “Andrew Wakefield y su secta

  1. I just ran this through Microsoft translator.This is an exceptionally well written piece.It ought to be where more people could see it,like in the New York Times Op Ed section.

    I have talked to a number of parents in internet forums who have obviously very sick children,and suggested they get their children tested for mitochondrial disease,or for PANDAS/PANS.They will not do it,because they are so brainwashed into believing it’s all caused by vaccines,and their children were born normal.It’s a frustrating exercise in futility.

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