Hace unos años Temple Grandin vino como mi invitada a Louisville, Kentucky. Durante su viaje tuve la oportunidad de recogerla en el aeropuerto y de llevarla al hotel donde ella se quedaría por varios días. Después de refrescarse un rato en su habitación Temple bajó y se nos unió en el restaurante del hotel. Yo estaba esperando en anticipacion el compartir la velada con Temple y el disfrutar de la deliciosa comida en el restaurante del hotel. Por desgracia, la velada no fue lo que yo esperaba ya que Temple tenía un dolor de muelas que no le permitía disfrutar de la cena.
El dolor de dientes de Temple le palpitaba la encía y era de intensidad moderada. Se notaba que el dolor realmente le molestaba. Tratando de ofrecer un diagnostico medico le pregunté a Temple si ella experimentaba sensibilidad a alimentos/líquidos calientes o fríos y si el mismo le apuñalaba cuando mordía alimentos duros. Las respuestas de Temple no me dejaron vislumbraban la causa de su dolor. Estaba claro que tenía que ir a ver a un dentista y Temple reconocía este hecho. El dolor había estado en curso durante varias semanas y Temple procrastinaba en tomar la decisión de obtener asistencia medica. Desde su infancia el ir al dentista había sido una experiencia dolorosa para ella. Temple simplemente no soportaba las luces fluorescentes, el olor de la oficina del dentista, y el sonido del taladro.
Temple estaba experimentando ansiedad dental. La experiencia es algo parecida a un trastorno de estrés postraumático (TEPT) derivado de sus primeras visitas al dentista y su hipersensibilidad como una persona autista. Además, también es posible que todos los diferentes estímulos a los cuales ella hacia referencia (por ejemplo, el sonido del taladro) estaban causando automáticamente la ansiedad y el miedo por condicionamiento clásico. La neurociencia ha descubierto mecanismos neuronales subyacentes a los trastornos de ansiedad: en una vía, el sistema límbico (principalmente la amígdala) contribuye al desarrollo de una fobia, mientras que en otra vía, proveniente de los lóbulos frontales, influye en el mantenimiento tanto de miedos específicos como de ansiedad generalizada. Supongo que una vez que se establecieron las expectativas de Temple ella se torno en una esclava de su manera de pensar. Muchos individuos autistas construyen conjuntos de predicciones y expectativas rígidas y es muy difícil liberarse de ellas.
Debo confesar que comparto la misma ansiedad de Temple de ir al dentista, pero en este caso, la aprehensión de Temple superaba la mía por varios órdenes de magnitud. Mis funciones ejecutivas me permiten superar mis miedos ya que entiendo que, en general, el dolor es un mecanismo de protección. En cuanto al dolor de dientes, el mismo puede indicar la presencia de un relleno suelto, un diente roto o incluso un absceso. Aunque, yo entiendo que en muchos casos el dolor de muelas necesita atención dental, no veo que el mismo me obligue a tomar una decisión; más bien, tomo la misma como una forma de evitar mayores problemas en el futuro.
He visitado un gran número de clínicas que se ocupan de cuestiones relacionadas a la salud de personas autistas. En lo que respecta a servicios de centros de autismo, la atención dental por lo general se encuentra dentro de las principales necesidades. Al establecer una clínica dental para pacientes autistas, he aprendido que el establecimiento de algunas precauciones puede ayudar tanto al personal medico como a los pacientes:
1) Establecer siempre una buena comunicación. Explicar el procedimiento con dibujos, si es posible, con antelación. Me parece conveniente tener una pizarra de borrado en seco o modelos dentales como accesorios disponibles para que el dentista pueda explicar visualmente el procedimiento.
2) No apresure el procedimiento. El dentista debe hablar durante el procedimiento, explicar lo que está haciendo.
3) He encontrado una innovación por un dentista, la madre de un niño autista, bastante útil. La misma es una almohada de cuerpo completo que se ajusta a la silla del dentista. La almohada da una cierta cantidad de presión alrededor del cuerpo del paciente y sirve para aliviar la ansiedad. La almohada actúa como un chaleco de presión o una máquina de compresión.
4) Tener un columpio de cuerpo completo fuera de la oficina del dentista. En los casos de rabietas o si ya se está llevando una a cabo, el columpio de cuerpo completo puede ayudar a que el paciente se calme. Además, si él/ella está acompañado por un cuidador/padre, ambos pueden sentarse en el columpio.
5) Ser conscientes de las necesidades de un niño con autismo. Tener un personal capacitado. Obtenga referencias sobre el dentista y su personal de servicio a través de otros padres en su organización local de apoyo laico.
Información adicional se puede encontrar a partir de un kit dental para personas autistas en http://www.autismspeaks.org/family-services/tool-kits/dental-tool-kit
Un artículo de utilidad se puede encontrar en el New York Times:http://well.blogs.nytimes.com/2014/10/20/for-children-with-autism-opening-a-door-to-dental-care/?_r=0