El Autodiagnóstico en el Autismo o Síndrome de Seinfeld

Hace unos meses, durante una entrevista con Brian Williams de NBC «Nightly News», Jerry Seinfeld proclamó que en una escala agrandada el caía dentro del espectro autista. Cuando se le pidio que ampliara en lo que había dicho, Seinfeld manifestó que el tomaba las cosas muy literalmente, de vez en cuando no podía entender las expresiones de otras personas, y que su participación en grupos sociales siempre había representado un problema para él. Aunque Seinfeld fue muy cuidadoso en la redacción de sus pensamientos, luego agregó que estos rasgos no le hacían disfuncional; mas bien el veía estos rasgos como la expresión de una mentalidad diferente. Los miembros del movimiento de la Neurodiversidad, especialmente Ari Neeman presidente de la Red de Defensa de Autistas, apresuradamente elogiaron a Seinfeld por sus expresiones. El Sr. Neeman tomó incautamente estos comentarios casuales para hacer de Seinfeld un niño pancarta con el cual el público se pudiera identificar y adquirir así una mayor tolerancia para el autismo. Pocos días después, Jerry Seinfeld dio marcha atrás a sus expresiones en una entrevista con «Access Hollywood», y dijo: «Yo no caigo dentro del espectro».

El autodiagnóstico no es un fenómeno nuevo, pero se ve cada vez más a menudo en el autismo. Gente como Seinfeld que profieren un autodiagnóstico sin saberlo menosprecian el dolor y sufrimiento de aquellas personas que tienen un diagnostico autentico de autismo. Sus expresiones no reconocen cómo el autismo confiere a la persona afectada una discapacidad y, más bien, se asocian estrechamente a sí mismos con personajes idealizados como «Rain Man». Aunque estas expresiones son de esperar de gente mal informada, estoy más preocupado cuando individuos con trastornos de la personalidad se autodiagnostican como autistas.

Las personas con trastornos de la personalidad tienen patrones de comportamiento extremadamente rígidos que interfieren con su capacidad para funcionar en la sociedad. Ellos consideran que su comportamiento es el correcto y culpan al mundo que les rodea por sus problemas. Son manipuladores y, como tal, muchas de sus acciones y expresiones denotan egocentrismo y una falta de empatía hacia los demás. Usted puede reconocer muchos de estos rasgos en ciertos exponentes del movimiento de la Neurodiversidad que tratan de negar el tratamiento y la investigación para cualquier individuo autista (ver http://bit.ly/1CLfveF ). En sus mentes, convulsiones, problemas sensoriales y trastornos del estado de ánimo no son pertinentes para el autismo, ya que ellos no experimentan los mismos. Ellos demuestran públicamente su ignorancia de una manera asertiva en foros del internet y tratán de imponer su punto de vista a base de la intimidación y de siempre tener la última palabra.

Para la persona con un trastorno de la personalidad los beneficios percibidos en recibir la etiqueta de autismo superan el estigma asociado con la enfermedad. Este es un tipo de comportamiento operante definido por refuerzo. Al reclamar el autismo como su causa célebre ellos pueden saltar de inmediato al centro de atención publica. Además, otra ventaja para ellos es que no se puede tolerar el comportamiento irascible de una persona con un trastorno de la personalidad pero se buscan explicaciones para dar cabida a conductas maladaptativas de una persona autista. Estos casos nos obligan a revisar y debatir el sentido moral colectivo de la sociedad.

Tiende a haber una escasez de normas absolutistas para juzgar o diagnosticar trastornos mentales. Comúnmente estas condiciones médicas son idealizadas por la sociedad basándose en exponentes individuales que han sido romantizados y que parecen ir contra la corriente. De acuerdo con la sociedad, los grandes líderes son casi por definición seres divergentes con rasgos de carácter o habilidades singulares que rompen morenas sociales. La sociedad no exige ninguna justificación o formulación empírica para estos individuos divergentes.

El hecho de que la sociedad siempre está alentando a las personas divergentes es bien entendido por las personas con trastornos de la personalidad. Víctor «El niño salvaje de Aveyron», a quien algunos creen que era autista, nunca socializo o adquirió lenguaje. Aún así nuestra mente cree en Tarzán, que después de ser rescatado en su adolescencia se convierte en un caballero inglés correcto y por lo tanto escapa sus rasgos atávicos. Soñamos con que la gente puede cambiar clases sociales si el mundo que les rodea cambia y se adapta a sus excentricidades. El alojamiento es por lo tanto el grito de guerra para los desinformados.

La mentalidad de un médico no se puede cambiar por una verborrea sin fundamento. El autismo y sus comorbilidades todavía sigue siendo una condición médica merecedora de investigación y tratamiento cuando necesario. El romantizar al autismo denota una falta de conocimiento en algunos casos; sin embargo, la falta de empatía en otros casos puede denotar un individuo mentalmente perturbado quizás con un trastorno de la personalidad.

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