Hace poco terminé de leer el último libro de Temple Grandin y pense que seria productivo el hacer una reseña sobre el mismo. Compré el libro en Amazon por $9.23. El libro tan sólo tiene unas 123 páginas y se puede leer con facilidad en un par de horas. En libros anteriores, al igual que en multiples conferencias, Temple ha subrayado la importancia de problemas sensoriales en el autismo. De lo que me recuerdo ella ha dicho que problemas sensoriales en gran medida la han discapacitado y en su opinión es el problema más acuciante para la investigación sobre el autismo. Sin embargo, el título del libro es engañoso ya que Temple aborda una gran variedad de temas, siendo problemas sensoriales, uno de ellos. Cualquier persona interesada en un conocimiento más amplio sobre cuestiones sensoriales en el autismo debería de leer el libro de Olga Bogdashina, «Problemas de Percepción Sensorial en el Síndrome de Autismo y Asperger». El libro de la Dra. Bogdashina ofrece un trasfondo histórico, testimonios de los pacientes y una revisión de las diferentes modalidades de tratamiento. Es mi entendimiento que una nueva edición del libro de la Dra Bogdashina puede que sea publicada a final de este año.
El libro de Temple se divide en 2 partes. Si alguna vez has asistido a una de sus conferencias o has leido algunos de sus libros, la primera parte de este libro puede ser repetitiva. Temple hace hincapié en los beneficios de la intervención temprana, enseñar la toma de turnos y los buenos modales, el dar opciones a los niños, y el aprovechar sus fortalezas e intereses. La perla de sabiduría más importante que ella ofrece, en mi opinión, es la de limitar la cantidad de televisión y videojuegos a no más de 1 hora por día. Es importante que los niños pasen el tiempo en el mundo real. La segunda mitad del libro es donde Temple responde a las preguntas de los padres. Las respuestas son lo que se esperaría si usted lee la primera sección del libro. De hecho, algunas de las historias de Temple se repiten en ambas secciones (así como en algunos de sus libros anteriores), por ejemplo, siendo regañada por su madre por una rabieta por lo cual fue castigada y perdió su derecho a ver la televisión. Yo no estoy necesariamente de acuerdo con algunos de sus consejos (por ejemplo, la promoción de llorar como una manera de reemplazar la ira cuando los niños se burlaban de ella) pero entiendo sus puntos principales.
El libro está mal impreso y no parece haber sido redactado por un editor. En un momento en la página 41 Temple hace mención a «el nuevo estudio de la Universidad de California». En realidad, el nuevo estudio fue uno introducido en la página 20 y que luego se continua su discusion después de un intervalo de 20 páginas. Hubiera tenido más sentido el mantener secciones relacionadas juntas. Temple también concluye la primera sección repitiendo textualmente la misma información sobre su historia familiar que proporciona al comienzo del libro. Parece ser que la persona que recorto y pego diferentes parafos de publicaciones anteriores de Temple algunas veces duplico los mismos. Además, todas las fotos son de extrema mala calidad. La Figura 2 hace referencia a una línea gris, que debido al pobre contraste, no está presente. En general, las imágenes se ven borrosas y carecen de detalles.
La verdad es que no estoy de acuerdo con algunos de los puntos científicos de Temple. Ella enfatiza sobre detalles estructurales de su cerebro adquiridos por neuroimagen y generaliza los mismos a otros individuos autistas. Las imágenes se presentan pero proporciona comparaciones a un solo control. No sabemos la base para la selección del control ni la variabilidad general de las estructuras anatómicas seleccionados entre la población neurotípica. Hubiera sido mejor medir los cambios y comparar los mismos a la variabilidad en la población control. También hay muchas aseveraciónes que se tienen que tomar por fe, por ejemplo, «Yo también creo que la Asociación Americana de Psiquiatría planeaba llamar a la mayoría de los casos de síndrome de Asperger en los cuales no habia un retraso en la comunicación social como un desorden social, pero eso no está ocurriendo hoy porque, por desgracia, no hay fondos para ello.»Aquí Temple hace referencia a los criterios del DSM IV, pero como tal, Asperger fue definido como carecente de un retraso general clínicamente significativo en el lenguaje (por ejemplo, palabras sueltas utilizadas por 2 años de edad, frases comunicativas a la edad de 3 años). Anomalías de comunicación en Asperger fueron o son vistas principalmente en una prosodia restringida y la verbosidad. No estoy seguro de donde tomó la idea de que un cambio en la clasificación no fue instituido por falta de financiación. También no estoy de acuerdo con la postura general pro-neurodiversidad de Temple cuando alega que no hay una línea divisoria real entre el autismo y la normalidad o que puede haber un «poco de autismo» en una persona. Su tema general que una persona autista puede salir al mundo y conquistar el mismo cuando el/ella enfatiza sus destrezas, aunque de naturaleza positiva, no puede aplicarse a la mayoría de las personas autistas.