La socialización es un rasgo darwiniano que nos ha permitido tener éxito donde otras especies físicamente más adeptas han fracasado. Robin Dunbar, profesor de Psicología Evolutiva y Ecología del Comportamiento de la Universidad de Liverpool, ha desafiado la creencia predominante que nuestros cerebros han evolucionado simplemente con el propósito de procesar una cantidad mayor de información. Dunbar cree que nuestros cerebros han evolucionado con el fin de ampliar el número total de miembros dentro de nuestros grupos sociales. Esta idea se basa en dos hechos establecidos científicamente: 1) con el fin de poder sobrevivir todos los primates deben mantener contacto personal con miembros de su grupo social, y 2) el número total de miembros en nuestros grupo sociales está limitado por el volumen de la corteza cerebral.
La socialización fomenta el intercambio de conocimientos, el trabajo en equipo, y ayuda a engendrar alianzas. Las personas que están aisladas socialmente no comparten las ventajas de la socialización. A modo de ejemplo, algunas personas que tienen miedo a ser rechazados por lo regular se abstienen de intentar cualquier relación social. Esto conduce a un ciclo vicioso que da lugar a trastornos del estado anímico (ansiedad), desconfianza, y una tendencia a utilizar el auto-castigo. Socialmente aquellos individuos que permanecen aislados se enferman más a menudo y tienen una mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos. Para algunas personas el aislamiento social es incluso doloroso físicamente. Es de destacar que, en muchos casos, la génesis del aislamiento social comienza durante la infancia, cuando un niño sensible es el objeto de intimidación o el ridículo.
Paul Eugen Bleuler, psiquiatra suizo, introdujo por primera vez el término autismo en el 1910. El mismo se deriva de la palabra griega autos (αὐτός, es decir, yo). El término pretende describir a una persona que se retira de la interacción social y, en este sentido, queda aislada. El individuo aislado es un ser anónimo para los que le rodean. A su vez las personas que rodean a un individuo socialmente aislado a menudo expresan un menor sentimiento de responsabilidad hacia los mismos. Esto les hace sentir justificados para hacer cualquier tipo de acto desagradable o violento hacia ellos. Cada vez que una persona se vuelve menos identificada con un grupo él/ella puede ser víctimas de intimidación.
Los padres de individuos autistas deben de promover la interacción social en sus hijos. Por desgracia, la socialización e interacción uno-a-uno han sido relegadas a un segundo plano con la introducción del internet. Las interacciones digitales no son socialmente exigentes ni tampoco conllevan la misma carga emocional que la interacción cara a cara. Las interacciones electrónicas no enseñan el significado del lenguaje corporal o de gestos faciales. Esta nueva tecnología ha erosionado rápidamente las habilidades sociales en la generación actual, más aún, presenta problemas difíciles para nuestros niños autistas.
Las tecnologías como el Internet y el iPad pueden ayudar a calmar y a educar a determinados individuos autistas, pero si se llevan al extremo también pueden promover el aislamiento social. Es fácil dejar a los niños inmersos en las nuevas tecnologías, ya que requieren un menor esfuerzo y supervisión de nuestra parte. Sin embargo, los niños necesitan padres que establezcan normas, en lugar de padres que actúen como amigos. Se recomienda que como padres juiciosos establezca mos un horario semanal que limite la cantidad de tiempo de exposición a la pantalla, teniendo cuidado de que dicha exposición no interrumpa el tiempo con la familia (por ejemplo, no hay tiempo de pantalla durante la cena).
Las siguientes son algunas sugerencias de El Blog del Autismo (http://bit.ly/1WcvqgW):
· Los padres deben vigilar estrechamente los medios sociales electrónicos. Los jóvenes con TEA suelen aprender a utilizar los medios sociales más tarde que sus compañeros. También pueden carecer de una conciencia o matiz social que los pone a riesgo de interacciones problemáticas, incluyendo el acoso cibernético.
· Los padres deben dar una advertencia de diez minutos antes de finalizar el tiempo de pantalla. Cuando se termine el tiempo de acceso a la pantalla, los padres deben de utilizar una comunicación clara y tranquila para anucir el mismo y deben evitar la negociación sobre tiempo de pantalla adicional.
· Los padres deben evitar el satanizar a la tecnología digital. Los padres pueden establecer límites de tiempo en pantalla, sin necesidad de crear una interacción acusatoria. Los medios digitales son muy atractivos, no hay que negarlo. Como adultos, podemos respetar a los medios digitales sin dejar de respetar nuestras fronteras.
Las interacciones digitales son superficiales. «Un emoticón sonriente nunca podrá ser el sustituto de una verdadera sonrisa.» Debemos usar las interacciones digitales para nuestro beneficio, no para nuestro detrimento.
Karl Lorenz, como yo lo entiendo, cree que la tendencia al ritual es tan básica como la sexualidad, o la agresión. De hecho es la herramienta central en la regulación de estas pulsiones (drives) y en las relaciones entre núcleos familiares dentro del grupo y en el desarrollo de estructuras culturales que diferencian a esos grupos. En este sentido es interesante la necesidad de rituales en los afectados que sin embargo aquí no llevaría a su organización dentro de la sociedad, pero que pueden ser necesarios para el equilibrio del afectado..
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