La genética juega un papel importante en el autismo. Estudios de gemelos sugieren que la heredabilidad del autismo es de 36 a 95%. Por lo tanto no es sorprendente el saber que el riesgo de tener un niño con autismo aumenta significativamente si ya se tiene un niño afectado en la familia. En adición, aproximadamente un 10 a 20% de niños autistas tienen defectos genéticos identificable. En sólo una minoría de estos individuos, aproximadamente el 3%, la anormalidad sigue una herencia mendeliana, es decir, una donde un único gen se ve afectado, como en el síndrome de Rett o en el Complejo de Esclerosis Tuberosa. En la gran mayoría de los casos (80-85%) el paisaje genético del autismo sigue una herencia compleja o multifactorial que involucra tanto genes como factores ambientales (véase la figura). Por lo tanto, surge la pregunta ¿cuándo es apropiado referir a un paciente autista para una evaluación genética?
Según un estudio realizado por Schaefer y Mendelsohn (2008), «La razón para una evaluación genética en personas con trastornos del expectro autista (TEA) ha sido cuestionada por algunos. Esto se debe a que muchas personas han expresado una preocupación por el alto costo de esta evaluación, junto con el hecho de que la información obtenida típicamente no cambia las posibles intervenciones médicas para el paciente. La justificación para realizar una consulta de genética para un paciente con TEA es que la misma puede contribuir al proceso de evaluación de tanto el paciente como los padres y los hermanos, y el poder establecer una posible etiología. Un diagnóstico definitivo ayuda al paciente a adquirir los servicios necesarios y es útil de muchas otras maneras para la familia. Muchas familias están empoderadas por el conocimiento de la causa subyacente del trastorno de un familiar. Dependiendo de la etiología, los riesgos médicos asociados pueden ser identificados y así conducir a la prevención de otras enfermedades. Se puede ofrecer asesoramiento específico sobre el riesgo de recurrencia, más allá de la información multifactorial general, y se pueden ofrecer pruebas específicas para miembros de la familia que estén a riesgo. En un número limitado de casos (por ejemplo, trastornos metabólicos) hay terapias disponibles para ayudar al paciente.»
Creo que todos los pacientes con trastornos del espectro autista que tengan un diagnóstico médico (en contraposición a un autodiagnóstico) deberían tener una consulta con un genetista médico, más aún, si algunas de las siguientes banderas rojas están presente:
Presentación de la condición: ¿Hay una edad de inicio más temprana u ocurre en el sexo menos frecuentemente afectado (mujer)? ¿Hay evidencia de retraso del desarrollo neurológico incluyendo; el habla o lenguaje, la cognición, habilidades sociales o motoras, y actividades de la vida diaria?
Problemas familiares: ¿Hay preocupación por la enfermedad en la familia? ¿Alguna enfermedad temprana, muerte o discapacidad en la familia? ¿Hay varios familiares afectados? ¿Existe una estrecha relación biológica entre los padres (consanguinidad)? ¿Ha habido problemas con la reproducción? ¿Existen otros genes de riesgo o condiciones no médicas que corren en la familia?
Examen Físico: ¿Existe un trastorno del crecimiento, una tendencia a lo largo del tiempo para una estatura baja, un crecimiento excesivo somático o una velocidad de crecimiento excesiva? ¿Hay anomalías en la forma/estructura de algunas partes del cuerpo (3 o más de estas pueden apuntar hacia un síndrome)?
Evidencia sugestiva de un trastorno del metabolismo: ¿Se queja el paciente de alteración de la conciencia, inicio temprano de síntomas, olores fuera de lo usual, dolor recurrente,cambios tono muscular inusual, trastorno del movimiento, areflexia, disminución de la masa muscular, cataratas, rasgos faciales toscos, anomalías articulares o anomalías en la piel y el cabello?
Una evaluación genética debidamente conducida proporcionará información valiosa al paciente y a su familia. La historia clínica en la evaluación genética será extensa incluyendo prenatal, perinatal, neonatal, infancia, niñez, y aspectos del desarrollo motor y social. También cubrirá la historia de parientes, del primer, segundo y tercer grado, y representación gráfica de pedigree incluyendo trastornos específicos relevantes para presentar síntomas a través de generaciones múltiples. Para más información sobre el historial familiar y el aspecto genealógico de las pruebas genéticas, véase Saul et al., 2017.
Aproximadamente el 20% de las muertes infantiles se deben a causas genéticas y el 71% de los pacientes pediátricos presentan un componente genético significativo. Estas condiciones son extremadamente comunes, sobre todo en el autismo donde la evaluación adecuada produce hallazgos significativos en más del 50% de los casos. La información obtenida es de valor para hacer un diagnóstico adecuado, proveer orientación anticipada y como un medio para ampliar nuestro conocimiento de factores de riesgo. La alta prevalencia de trastornos genéticos en el autismo es un argumento en contra de los defensores de la neurodiversidad que afirman que el autismo es el resultado de una variabilidad «normal» en el genoma humano. Para aquellos interesados en más información relacionada con este tema he escrito varios blogs sobre síndromes en personas autistas causados por defectos genéticos.
Dravet Syndrome: Lessons in Regressive Autism http://bit.ly/2lurRrP
The Smith-Leml-Opitz Syndrome and Autism http://bit.ly/2m2B7Gy
Tuberous Sclerosis and Autism http://bit.ly/2lk3TP0
Ehlers-Danlos Syndrome and Autism http://bit.ly/2j5sSop
The Rare Urbach-Wiethe Disease and Autism http://bit.ly/2lPtPW6
Referencias
Saul RA, Trotter T, Sease K, Tarini B. Survey of family history taking and genetic testing in pediatric practice. J Community Genet, 2017 (Epub ahead of print) doi: 10.117/s12687-016-0291-3.
Schaefer GB, Mendelsohn NJ. Clinical genetics evaluation in identifying the etiology of autism spectrum disorders. Genet Med 10(4):301-305, 2008.
Pienso que evaluación genética en el autismo -al igual que ocurre con otras patologías en las que intervienen factores hereditarios- presenta algunos importantes obstáculos en relación con los temores que puedan existir entre los familiares con respecto al tratamiento posterior de la información recabada a través del mismo. No únicamente se percibe un riesgo con respecto a los datos personales de los pacientes (como por ejemplo, que puedan llegar a acabar en manos de gestores sanitarios o aseguradoras privadas), sino que subsisten además ciertas creencias negativas con respecto a las prácticas que se puedan desarrollar desde las propias instituciones sanitarias o desde las esferas políticas en relación con el conjunto de esa información.
Básicamente, los estudios genéticos presentan las mismas dificultades que se manifiestan en el planteamiento de investigacones etiológicas en relación con los padres o -más concretamente- con los daños ocurridos durante la gestación. Efectivamente, el estudio con respecto a la concurrencia de determinados elementos que puedan incidir en la aparición del autismo, como es el caso de la presencia de determinadas patologías aún en estado leve o latente (como la diabetes o la hepatitis) o de determinadas alergias o intolerancias que puedan pasar inadvertidas (gluten, lactosa…), así como la influencia que estos factores pudieran tener en relación a la aparición de respuestas inmunes en el feto que pudieran desembocaren en ciertos trastornos como el propio autismo. La posible existencia de determinados tipos de retro-virus que pudieran alterar la estructura cerebral también es uno de los elementos que tradicionalmente se han considerado como plausibles vectores causantes.
Pero en el caso concreto del autismo estos obstáculos se ven incrementados además por la especial sensibilidad de los familiares (especialmente los padres, pero también en ciertos casos en los propios pacientes) con respecto a la culpabilización o estigmatización de que pudieran ser objeto al participar en esta clase de estudios.
Es por todo esto que existe cierta tendencia a hacer hincapié en determinados factores etiológicos recurrentes como es el caso de las vacunas -algunas de las cuales presentan cierta sincronía temporal con la aparición de los primeros sítomas del autismo- o de los elementos ambientales como la contaminación o los agentes químicos en el medio, que se podrían aplicar a una buena parte de las patologías actuales. En mi modesta opinión como un simple lector de revistas o publicaciones de carácter divulgativo, estos elementos causantes tan «convenientes» no representan más que un callejón sin salida donde acaban muchos de los esfuerzos realizados por comprendes este tipo de patologías.
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