Recuerdo la primera vez que mi nietecito tomó un avión para venir a visitarme. Desafortunadamente, también lo recuerdan asi todos los que estaban en el avión con él. Fueron dos horas y media de gritos y llanto sin parar. Fue todo un espectáculo; brazos agitados, luchando para no ser sostenido y la cara hinchada por el llanto. Digo que fue un espectáculo, ya que aparentemente captó la atención de todos en el avión y, sí, todos los pasajeros tenían una opinión sobre mi nietecito y de cómo mi hija deberia de manejar la situación. Mi hija hizo todo lo posible para mantener la calma, pero después de llegar a nuestra casa, estaba claro que ella estaba completamente exhausta, drenada de toda onza de energía de su cuerpo. A partir de ese entonces, mi hija ha hecho sus viajes familiares preferiblemente en automóvil.
En términos del autismo, a menudo me pregunto si las crisis y los berrinches pueden ser parte de un conjunto más amplio de rasgos cuya confluencia actualmente no es muy reconocida por la profesión médica. ¿Podría esto ser realmente una expresión de una falla en el control de impulsos? De ser así, ¿podría esto ayudar a explicar otros síntomas como por ejemplo, las preferencias alimentarias, las interacciones sociales, la manera como manejamos el dinero, y los comportamientos sexuales?
Durante las relaciones sociales, las personas tienen mucho cuidado con la información que se comparten entre sí. Decir lo que se te ocurra puede ser refrescante o grosero dependiendo de las circunstancias. Las personas que no siguen las reglas convencionales, o carecen de autocontrol, generalmente se consideran groseras. Sin ser su culpa, esta falla en autocontrol pudiera rendir una opinion equivocada sobre el individuo autista.
Pica es el consumo persistente de sustancias que no tienen valor nutricional. Los pacientes institucionalizados tienen una alta prevalencia de pica. Según Lynn Cole, la pica es muy común en niños y adultos con autismo y otras discapacidades del desarrollo. Se ha argumentado que la causa de pica se debe a un ansia de estimulación sensorial o a una necesidad de nutrientes específicos, como el hierro. Ya sea que la pica se trate de tierra o de Cheetos, la investigación ahora muestra que las personas autistas tienen cinco veces más probabilidades de luchar con trastornos alimentarios en comparación con sus compañeros de desarrollo típico. Estos comportamientos pueden provocar complicaciones como caries, estreñimiento y cambios de peso. La modificación del comportamiento ha sido la primera línea de defensa contra los trastornos alimentarios. Es posible que restringir nuestros impulsos y ejercer autocontrol pudiera ayudar a limitar los hábitos alimenticios desadaptativos.
Los comportamientos sexuales y la pasión tienen mucho que ver con el autocontrol. Las personas que carecen de autocontrol se atascan en la fase inicial de sus relaciones personales, es decir, la etapa de apasionamiento. Esto provoca comportamientos sexuales, porque siempre se encuentran en una situación nueva para ellos, una relación que no progresa.
El autocontrol a veces se ha comparado con un depósito de energía dentro de una bolsa. Tenemos una capacidad limitada para gastar la misma, restringida a lo que esté disponible dentro de la bolsa. Ciertas circunstancias pueden hacernos agotar todo el autocontrol que tenemos disponible. Cuando esto sucede, podemos carecer de moderación en múltiples facetas de nuestras vidas. La buena noticia es que el autocontrol también se parece a un músculo; cuanto más lo usas, más grande se vuelve. En este sentido, si ejercemos el autocontrol al seguir las leyes de nuestra ciudad o al seguir un código de vestimenta para el trabajo, este autocontrol puede ayudarnos a administrar nuestro dinero o hacernos más sintonizados para mantener una conversación. También como un músculo, el autocontrol requiere energía para ejercer. Es más fácil perder nuestro autocontrol cuando no dormimos o nos hemos perdido una de nuestras comidas.
El autocontrol tiene dos componentes importantes que están regulados dentro del cerebro. Uno son los lóbulos prefrontales que proporcionan un papel de restricción a nuestras acciones. El daño a esta parte del cerebro puede provocar que una persona se vuelva impulsiva, se convierta en un tomador de riesgos e interrumpa los comportamientos dirigidos a perseguir un objetivo. Esta parte del cerebro también es importante para las funciones ejecutivas (por ejemplo, la teoría de la mente) que se afirma que están afectadas en el autismo. La otra parte del cerebro que se ocupa del autocontrol es la circunvolución cingulada. Uno puede considerar el giro cingulado como la torre de control de tráfico dentro de un aeropuerto; entre otras funciones, monitorea continuamente nuestros comportamientos. Estas dos partes del cerebro se han involucrado dentro de la patologia del autismo.
Mi laboratorio ha estudiado la función del giro cingulado en el autismo. Nuestros estudios han demostrado que los individuos autistas muestran una sensibilidad reducida a la detección de errores y a la capacidad de instituir acciones correctivas. Esto puede dar lugar a que la persona autista no se ajuste adecuadamente a su medioambiente. En el autismo, la parte anterior del giro cingulado parece malfuncionar y de esta manera acontece por comportamientos perseverantes. No es sorprendente que anormalidades del giro cingulado también se hayan reportado en trastornos obsesivos compulsivos y trastornos por déficit de atención e hiperactividad.
Es muy interesante especular sobre las interrelaciones entre todos estos síntomas en el autismo y esperar que algún día se aborden en un entorno de investigación controlado. Los resultados pudieran ser de gran importancia para las personas afectadas. La capacidad de ejercer autocontrol y retrasar la gratificación es un rasgo de la longevidad. De hecho, el autocontrol se observa en otras especies animales donde su presencia es un rasgo evolutivo preservado que ha ayudado en su supervivencia.
Referencias
Casanova MF. Autism Updated: Symptoms, Treatments, and Controversies. Amazon Publishing, 2019.